La rinitis alérgica estacional es la consecuencia de un sistema inmunitario excesivamente sensible a pólenes de determinadas plantas y árboles.

Habitualmente, la estación de la alergia conocida como fiebre del heno, empieza a principios de primavera y puede durar hasta el otoño.

La rinitis alérgica se produce cuando una persona inhala un aeroalérgeno como polen, y el cuerpo reacciona liberando ciertas sustancias químicas en cascada que ocasionan los síntomas característicos de la alergia.

El polen es el alérgeno de exterior más frecuente. El polen es muy ligero y puede ser transportado por el aire con facilidad. A menudo el polen es transportado inadvertidamente por insectos y animales.

En la mayoría de los casos, son las plantas macho de las especies las que producen el polen que provoca alergia. Hay tres grupos principales de polen: polen de árboles, polen de plantas y polen de la maleza.

Los pólenes de árboles generalmente son los primeros en pasar a «viajar por el aire», en una época más temprana del año. Es posible que le resulte de ayuda reconocer los árboles específicos de su zona que pueden liberar el polen que desencadena sus síntomas. Puede usar nuestra línea temporal interactiva para conocer más detalles sobre el polen de los árboles y los demás tipos de polen más frecuentes.

Los síntomas más característicos de una rinitis alérgica son el picor de nariz y ojos, secreción nasal acuosa, estornudos y congestión nasal.

Por lo general, la rinitis alérgica comienza de repente y puede remitir al evitar el contacto con el alérgeno y, en caso necesario, aliviar/combatir los síntomas con antihistamínicos.

En el caso de la rinitis alérgica estacional, existen momentos específicos a lo largo del año en los que estos síntomas pueden intensificarse:

- Principios de primavera: polen de los árboles y plantas como gramíneas, olivo, arizónica, plátano de sombra, artemisia y pinus.

- Finales de primavera y verano: polen del césped.

Los síntomas de la rinitis se caracterizan por picor de nariz y de ojos, nariz taponada, secreción nasal acuosa o estornudos frecuentes que se prolongan en el tiempo y no se acompañan de fiebre ni otros síntomas como escalofríos o dolor.

Por otro lado, los síntomas de un resfriado aparecen de forma paulatina, y no desaparecen en menos de 24 horas, mientras que las de un proceso alérgico aparecen súbitamente y pueden desaparecer en menos de 24 horas.

Mientras que los síntomas relacionados con el catarro se centran en la congestión nasal, sin picor, y en que la secreción nasal tiende a ser más espesa.